Hay proyectos que se comienzan sin saber muy bien el rumbo exacto que se tomará, ni el destino que se pretende alcanzar. Proyectos cuyo único impulso es el día a día, sin planes, sin reglas, tan solo con el entusiasmo de seguir adelante, a veces con ganas, a veces sin fuerzas, pero siempre con la intuición de que va a salir bien.
El papel bajo estas líneas es uno de esos proyectos. Nació casi de la casualidad allá por 2006. Hoy, varios años después, sigue más vivo que nunca.